"Todo sobre ciencia y cultura"

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lunes, diciembre 04, 2006

Más cerca de la cura contra el mal de las vacas locas

detectó un nuevo caso de EEB en una res eslovena. La enfermedad de las vacas locas no ha desaparecido, aunque la prensa la haya borrado de entre sus temas predilectos.

El primer caso conocido de EEB data de 1986 Encefalopatía espongiforme bovina, o enfermedad de las vacas locas. Hoy casi nadie se acuerda de este mal que tanto pánico causó. Pero la EEB aún existe. En Alemania, los científicos avanzaron en la búsqueda de una cura.
A finales de noviembre de 2006 se y fue descubierto en Reino Unido. El gran miedo a la enfermedad estalló sin embargo diez años después, en 1996, cuando se desarrolló en seres humanos una variante de la EEB, conocido como síndrome de Creutzfeldt-Jakob.

Hoy, la enfermedad sigue siendo mortal. Pero la ciencia avanza. Un grupo de investigadores alemanes de la Universidad de Bonn y del Instituto Max Planck han realizado un nuevo descubrimiento: ratones de laboratorio infectados de EEB lograron sobrevivir una media de 230 días, en lugar de los 170 que hasta ahora le plantaban cara a la enfermedad.

El secreto en las proteínas

En octubre de este año, los científicos estadounidenses Craig Mello y Andrew Fire fueron galardonados con el premio Nobel de Medicina. Su mérito: haber logrado manipular genéticamente las células cerebrales de unos roedores de manera que éstas redujeron la producción de moléculas de proteínas.

Esto que suena tan teórico y tan poco práctico ha servido a los científicos alemanes para conseguir alargar la vida de sus "roedores locos". Son moléculas de proteínas enfermas las que provocan la encefalopatía espongiforme bovina. Las moléculas contagiadas infectan a las sanas. Se produce una reacción en cadena hasta que el tejido cerebral se deteriora. El deterioro acaba produciendo la degeneración corporal y mental del paciente, sea ratón, vaca u hombre, y de ahí inevitablemente la muerte.

Los alemanes emplearon el método descubierto por los nuevos portadores del Nobel. Hicieron que los ratones redujeran la producción de moléculas de proteínas, después de que se descubriera que los roedores podían vivir sin ellas. Así, las moléculas enfermas carecían de moléculas sanas que infectar y por ende de posibilidades de expandirse. El deterioro del tejido cerebral se postergaba. Hasta 60 días más como media lograron sobrevivir los ratones.

Aplicarse en el hombre

La intención es ir avanzando hacia el descubrimiento de una posible cura. Primero en animales, pero evidentemente con vistas a poder aplicarla en seres humanos. El avance presentado por los germanos abre una primera puerta hacia la victoria definitiva sobre la EEB al retrasar el proceso degenerativo del cerebro. Sin embargo, podrían pasar años hasta que las investigaciones estén tan desarrolladas como para poder aplicarlas en personas.